Hechiceras.
“Para
un hechicero, diez mil hechiceras… La naturaleza las hace hechiceras...
Es el genio propio, el temperamento de la mujer. Nace ya hada: por el
cambio regular de la exaltación, es sibila, por el amor; maga. Por su
agudeza, por su astucia a menudo fantástica y benéfica, es hechicera y
da la suerte, o a lo menos adormece, engaña los males. Todo pueblo
primitivo tiene el mismo principio, según vemos en los viajes. El hombre
caza y combate: la mujer se ingenia, se imagina; crea sueños y dioses.
Es vidente en su ocasión; tiene dos alas infinitas, las alas del deseo y
de la soñadora fantasía.
Para
contar mejor el tiempo, observa el cielo; más no por eso su corazón
está menos ligado a la tierra. ¡Sencillo y conmovedor principio de las
religiones y de las ciencias! Después todo se dividirá: se verá comenzar
al hombre especial, juglar, astrólogo o profeta, nigromante, sacerdote o
médico… Pero al principio la mujer lo es todo”.
Jules Michelet, La bruja (1892; Editorial Calos, 1984) p.23
