HISTORIA CELTA
Los
celtas, como tales, existen desde hace unos 2000 años a.C. (fin de la
Edad de Bronce) y alcanzaron el esplendor de en la Edad del Hierro.
Existían dos grupos de celtas: los primeros poblaron Europa desde el río
Danubio, vivían de la agricultura y de la artesanía y eran el grupo más
pacífico de los dos; el otro grupo son los celtas guerreros como los
conocemos hoy, que venían de Los Balcanes y disponían de un buen
ejército.
Eran
estos celtas guerreros los que conocemos por haber saqueado Roma y
Delfos, y por haber conquistado grandes partes de Europa. Transmitieron
su idioma, costumbres y su religión a los pueblos de la zona
conquistada. El territorio se extendía, en su época de mayor expansión,
desde el bajo Danubio hasta las Islas Británicas, desde España hasta el
mar del norte. Estos celtas guerreros eran conocidos por su
caballerosidad, su orgullo en la lucha y su ánimo, pero también por su
sentido por la música, la poesía y la filosofía. Los celtas fueron
llamados Keltoi por los griegos, de los cuales y gracias a su tradición
escrita, parten casi todas las historias referentes al pueblo celta que
se remonta hasta tiempos muy antiguos. La tradición oral ha resistido el
paso de los siglos, a pesar de que casi toda la cultura céltica fue
extinguida por los romanos desde César y, más tarde, por los cristianos.
Generalmente
se considera que son ocho las Naciones Celtas: Irlanda, Escocia, Isla
de Man, Cornualles, Bretaña, Galicia y Asturias (algunos autores
incluyen también como célticas a zonas del norte de Italia, en la
actualidad); pequeña muestra del pueblo que en otras épocas ocupó la
mayor parte de Europa y de Asia.
Desarrollamos
las denominadas culturas de Hallstatt y La Tène. La primera se
manifestó en el primer período de la Edad del Hierro. Tomó el nombre de
una localidad de la Alta Austria. Se originó a partir de la Edad del
Bronce, en donde el hierro sustituyo al otro material en la fabricación
de elementos como espadas, puntas de lanzas, hachas agujas, recipientes,
cuchillos y puñales. La Tène es la cultura celta de la segunda Edad del
Hierro estructurada en tres o cuatro períodos. Se desarrolló entre la
Hallstatt y la conquista romana (450 a 50 a.C.). Aquellos que
compartieron esta civilización se destacaron por la elaboración de
elementos como grandes espadas, escudos alargados, grandes hebillas,
fíbulas, construían sus fortificaciones en las cumbres y acuñaron su
propia moneda.
CASTROS CELTAS
Habitaban
en aldeas situadas en zonas elevadas para facilitar su defensa en caso
de ataque, y se denominaron castros, que los romanos llamaron oppida u
oppidum. Estos asentamientos estaban fortificados con paredes macizas de
tierra, trabadas interiormente con soportes de madera, y con su parte
exterior rodeada por un foso. En el interior se construían chozas
adosadas a la muralla, lo cual les proporcionaba una mayor solidez. Las
casas generalmente eran de forma circular y se hallaban dispuestas sin
ningún orden establecido en la ciudad. Además efectuaban numerosas
construcciones de carácter religioso fuera de los límites de los castros
y en torno a la naturaleza, por ello vivían muy en contacto con ella.
Estos monumentos eran llamados Dólmenes, Menhires, Trilitos, construidos
sobre piedra, terminados sobre dos columnas y una piedra grande en
forma horizontal que le daba terminación.
EDIFICACIONES CELTAS
Ha
sobrevivido muy poco de su arquitectura. La mayor parte resultó
destruida por los ejércitos invasores ó, simplemente por el paso del
tiempo. Han quedado, eso sí, muchos restos de castros celtas, pero en lo
que se refiere a grandes construcciones tenemos que basarnos en
antiguos mitos, para constatar su existencia. Los celtas de Gran
Bretaña, construyeron fortalezas defensivas permanentes, en Maiden
Castle, Dorset, la tribu celta de los Durotrigues, construyó una en lo
alto de un monte. En Inishmore, islas de Aran, existen aún hoy en día,
los restos de Dun Aonghusa enorme fortaleza cuyo origen se remonta al S.
V a.c. Otra, tambien muy importante, es la de Grianán Ailigh en el
condado de Donegal.
En
todo el mundo celta aparecen diseminados por el paisaje, grandes
bloques verticales de piedra. Muchos de ellos aparecen solos, otros
alineados o formando círculos. Pese a que éstos monumentos no son obra
celta, dado que son anteriores a esa cultura, les dieron un carácter
mágico.
Algunos
fueron erigidos por civilizaciones más primitivas para marcar el lugar
de un enterramiento ó como señal limítrofe. El más conocido de estos es
sin duda Stonehenge, al sur de Inglaterra. Muy a menudo, fueron mal
interpretados, mitificados o reverenciados por los celtas, quienes los
consideraron enclaves sagrados o monumentos conmemorativos de algún
hecho fabuloso o legendario. La tradición irlandesa, considera estas
prehistóricas tumbas y túmulos obras de seres sobrenaturales o diosas,
las llamadas, “caillecha”. Pensaban que era algo así como puertas que
comunicaban con otro mundo. Estas piedras verticales eran conocidas como
“galláin”. Tambien construyeron algunos de estos monumentos, algunos
decorados con símbolos rúnicos o inscripciones en la antigua lengua de
ogham. Los ejemplos más significativos son, Turoe Stone, en el condado
de Galway, Pfalzfeld, en Renania, Tumba de Ossian en el condado de
Antrim, La Piedra de los juramentos, en el condado de Castledermot,
Figuras de la Isla de Boa, en el condado de Fermanagh, La Piedra de
Drosten, en San Vigeans, Escocia...