Avalon, la isla de las manzanas.
"l found my love in Avalon…"
Rose, Jolson, DeSilva.
Rose, Jolson, DeSilva.
"¿Cómo podría temerle a tu elemento,
el mar
O a la luna llena tu espejo
O a la manzana partida de tu árbol sagrado?"
el mar
O a la luna llena tu espejo
O a la manzana partida de tu árbol sagrado?"
Robert Graves
De
los lugares míticos que pueden abstraernos de la realidad al abrir las
puertas hacia el gran misterio de lo sagrado femenino, la Isla de Avalon
seduce y fascina como el aroma del caldero sagrado de Cerridwen. Ligada
a viejas historias celtas de la antigua religión adoradora de la Diosa
tanto como a la saga arturiana, Avalon es símbolo actual de un reino que
se niega a morir, el de la magia y la imaginación humana.
Los
celtas la llamaban Ynisvitrin, o Inis Gutrin, Isla de Cristal. También
es la Isla Radiante y la Entrada a Annwm, el Otro Mundo. Se dice que
Avalon viene de la vieja palabra bretona aval, manzana, y es por lo
tanto la Isla de las Manzanas. Y aunque todavía hay estudiosos que no
concuerdan con la teoría dominante, el pueblo británico da por hecho que
la Isla de Avalon se encuentra, geográficamente, en Glastonbury Tor.
El
primer escritor en mencionar Avalon fue Geoffrey de Monmouth en 1139.
En su Historia Regum Brittaniae la menciona dos veces en referencia a la
vida del rey Arturo, llamándola Insula Avalonis, Después en su Vita
Merlín se refiere a ella como Isla Pomor. Este autor fue el primero en
popularizar la historia de Arturo, sucedida unos 600 años antes, y adujo
siempre basarse en escritos y conocimientos que sería imposible
encontrar hoy. Y aunque historiadores modernos lo han acusado de haber
escrito con «.... un amor no ordinario por la mentira» se percibe
claramente la mitología celta detrás de sus historias. Esto me vuelve
hacia el inicio: la Diosa, Cerridwen.
Esta
historia puede muy bien iniciar con Ella, la Diosa Blanca de la Vida en
la Muerte y la Muerte en la Vida, Y con Taliesin, el hijo, el bardo, el
poeta, el Merlín. Y con La Dama del Lago y Morgana...... y entramos al
reino de las hadas.
Cerridwen
es el nombre galés de la Diosa Triple y a la cual Avalon está dedicada.
Según el Romance de Taliesin, (contenido en El Libro Rojo de Hergest
junto con una colección de romances que los antiguos bardos cantaban
acompañados por su arpa, escrita en el siglo XIII), esta diosa tiene dos
hijos que representan los aspectos luminoso y oscuro que emergen de la
Única: su hija Crearwy, es la más hermosa y blanca del mundo y su hijo
Afagddu, oscuro y tremendamente feo. Cerridwen, dueña del Caldero del
Otromundo - donde se cocinan la inspiración y el conocimiento sagrado-,
decide preparar una poción que dará a Afagddu el don de la suprema
inteligencia y la visión, para consolarlo de su extrema fealdad. Para
ello debe añadir las hierbas mágicas apropiadas, recogidas en las horas
planetarias debidas y hervir esta poción a fuego lento durante un
iniciático año y un día. Para ayudarla escoge al pequeño Gwion, quien
durante todo ese tiempo remueve el caldero bajo la advertencia de no
tocar el líquido ardiente. Al cumplirse el plazo tres gotas candentes
caen sobre su dedo, y por el ardor se las lleva a la boca. Gwion de
inmediato conoce la naturaleza y el significado de todas las cosas del
pasado, presente y futuro, y así se da cuenta de que tiene que huir de
la furia de Cerridwen.
Ella
lo persigue a través de un ciclo de formas cambiantes, que corresponden
tanto a animales totémicos como a la rueda del año: él es liebre, ella
perro de caza; él pez, ella nutria; él pájaro, ella halcón, él grano de
trigo, ella una gallina negra que finalmente se lo traga. Cuando
Cerridwen vuelve a su forma original está embarazada y nueve meses
después lo da a luz. Como a tantos otros niños mitológicos, lo mete en
un saco de cuero y lo deja en el mar, donde lo encuentra el príncipe
Elphin, quien le da el nombre de Taliesin, «muy valioso» «el radiante»,
quien se convierte en el bardo más grande de todos los tiempos.
Somos los que hacen la música
Y los que sueñan los sueños,
Vagando por solitarios acantilados,
Sentados junto a desolados arroyos;
Perdedores del mundo y del mundo desertores
Sobre quienes brilla la pálida luna;
Aún así parece que siempre seremos
los motores, los agitadores del mundo.
Y los que sueñan los sueños,
Vagando por solitarios acantilados,
Sentados junto a desolados arroyos;
Perdedores del mundo y del mundo desertores
Sobre quienes brilla la pálida luna;
Aún así parece que siempre seremos
los motores, los agitadores del mundo.
A. O’Shaughnessy (1844-81)
Un bardo es "el que sabe".
La historia vive en su memoria. Lo que fue, lo que ha sido, se resuelve
siempre en el presente en que se canta y atisba, pre-ve el futuro. Si
el tiempo es espiral, como Caer Sidi el castillo de la muerte que lleva a
la vida -y es de cristal-, el pasado tiene en si el futuro y un bardo,
un poeta, si lo es, vierte las palabras sagradas con que la Diosa lo
nutre. Es entonces que nuestro Taliesin, porque nuestro es todo lo
humano, se convierte en la palabra detrás de lo que es, que sucede, que
manda y construye. Y así como desenmascara la falsa poesía con su verdad
y su magia en la corte de Elphin, se llega a convertir – a pesar de los
siglos- en el mentor del legendario Arturo, que representa la luz del
sol que continúa pese a los cambios que puedan ocurrir en esta tierra.
En
Caer Sidi está el caldero de Cerridwen, donde la inspiración y la
sabiduría yacen. En Caer Sidi los seres que mueren recorren su
cristalino espiral para llegar a la salida guiados por Ariadna y
continuar la vida. El caldero se alimenta de esa sabiduría adquirida por
los que han sido y nutre a los que serán. En Caer Sidi es claro que la
muerte es trasmutación. Y transmutación es magia.
Avalon
es entonces el reino de la transmutación por excelencia. Donde los
mundos se unen y confunden y solo los más avezados en los misterios
pueden cruzar sin tantos contratiempos. El mundo real, de ahorita, con
su nueva guerra y sus fundamentalismos, está separado del Otro mundo -el
mundo de la vida después de la vida, el mundo de las hadas, la
verdadera aldea global, el sagradísimo mundo del misterio de la Diosa
donde el tiempo está fuera del tiempo y el espacio contiene todos los
espacios- por una cortina de niebla que se ha densificado al pasar el
tiempo y crecer la incredulidad.
Avalon,
trasmundo, es la Isla de las Manzanas. Aunque en el Génesis se habla
del fruto del conocimiento –estando éste forzosamente más allá del bien y
del mal- por nunca tan oscuros vínculos se reconoce como causante del
despertar de la inocencia a la manzana (discordia entre humanidad y
Yahvé). La manzana, Pyrus malus , es conocida como Fruta de los Dioses,
Fruta del Inframundo, Fruta de la inmortalidad, Árbol del amor, y es
nativa de las regiones templadas del hemisferio norte, logrando su
perfección en las zonas más frías, lo que la aleja de la zona geográfica
del Génesis pero no de la zona simbólica que separa el antes y el
después de la implantación del dios masculino único.
Es
mujer, es serpiente, es manzana. Tres elementos claramente ligados a la
vieja religión en que la Diosa abrazaba la Tierra, incluyente siempre.
¿No son acaso manzanas los codiciados frutos que crecen en el Jardín de
las Hespérides? Regaladas por Gea a Hera cuando se casa con Zeus, ¿no es
acaso este presente símbolo de la sabiduría femenina que se guarda en
el secreto jardín -¿acaso alguna insinuación sexual?- para poder
mantenerse a pesar de la dominación androcéntrica de Zeus? La manzana
guarda en su centro una estrella de cinco picos. Pentáculo y pentagrama
contenedor de la magia, del humano poder. La manzana es el conocimiento
de lo que ha sido desde la creación y de la creación misma. Heracles,
como enviado del poder olímpico, tiene que robar las manzanas –frutos de
luz- al igual que robó el ceñidor de Hipólita, la reina Amazona: con
trucos; y para el mismo fin: disminuir el poder de la Diosa en el
masculino mundo en expansión y entregarlo a los rayos de la ira de Zeus.
La
Isla de Avalon, isla de las manzanas, es reducto del poder de la Diosa y
de sus fieles. Reino del poder mágico que se oculta para no ser tocado
por las huestes imparables del progreso, llámese cristianismo o ciencia.
En
un paraje de Somerset, en el suroeste de Inglaterra, se encuentra la
colina de Glastonbury, o Glastonbury Tor. Se dice que en esas llanuras
en aquellos tiempos era muy posible que el terreno fuera ciénaga o lago y
la colina fuera entonces isla. Sabemos que cuando hay una conquista se
destruye el símbolo más importante del pueblo conquistado.
En
la cima del Tor y las colinas cercanas, se levantaban alrededor de 30
menhires formando un observatorio lunar con el cual se podían predecir
eclipses. Estas rocas se alineaban con el sol en Beltane, o primero de
mayo, y en Lammas, primero de agosto. La mayoría de las rocas habían
sido removidas ya alrededor de 1880, pero una permanece aún en la parte
occidental del eje este-oeste del Tor. Este megalito, una piedra de
poder, es llamado La Roca Viva y quien la toca al amanecer o a media
noche, dice sentir una corriente eléctrica que emana de ella. Y aunque
Glastonbury es especialmente famoso a partir de la leyenda del rey
Arturo, esta colina- o isla- es sagrada desde tiempos inmemoriales. Los
restos del círculo de piedras en su cima lo confirman, al igual que el
Manantial sagrado y el laberinto druídico construido como vereda
procesional. Esto está arqueológicamente comprobado y situado alrededor
del año 2000 antes de esta era, como parte de un complejo matriarcal.
La
leyenda dice que José de Arimatea llega en el año 63 a Glastonbury a
plantar su báculo, que enraizó para hacer crecer un árbol nativo del
Medio Oriente –la Espina de Glastonbury, que aún florea cada año por
navida- y a llevar el Grial –o Cáliz Sagrado, lo que convierte a este
sitio en la cuna de la cristiandad británica . Cáliz y espina en lugar
de cruz y espada sobre el círculo sagrado.
Glastonbury
aparece persisten-temente en las leyendas artúricas: ahí, en Avalon,
fue forjada Excalibur. A Avalon fue llevado para sanar de sus heridas, y
los monjes benedictinos que construyeron una abadía en su cima con los
restos de lo que fue el círculo de menhires y una antigua iglesia
dedicada a San Miguel, dicen haber encontrado, en 1190, la tumba de
Arturo con una inscripción que decía «Hic Iacet Sepultus Inculytus Rex
Arturius In Insula Avalonia». Esta abadía fue cerrada en 1539 por
Enrique VIII. Las piedras entonces fueron utilizadas para construir las
casas del pueblo.
Los
personajes de esta leyenda son ricos en referencias al cambio que el
mundo sufrió con el advenimiento de la religión cristiana dominante.
Arturo
es el gozne entre un mundo y otro. Descendiente de reyes y
sacerdotisas, mas criado ya bajo una educación cristiana, es quien une y
mantiene el reino en tranquilidad a la vez que permite el crecimiento
de la religión impuesta. Aconsejado por su tutor el druida Merlín, quien
se confunde con Taliesin el bardo legendario, acepta el cristianismo
como un proceso inevitable y da la espalda a la vieja religión. Es
entonces que establece una lucha necesaria para esa causa en contra de
su propia herencia, representada por la Dama del Lago y su hermana el
Hada Morgana. A lo largo del relato existe una inextricable relación con
ellas y el mundo que representan. Es La Dama del Lago- amante y
discípula en unas versiones, sacerdotisa de la Diosa en otras- la que le
da Excalibur, que al final vuelve al fondo del lago. Es Morgana quien
vive en Avalon junto con sus nueve hermanas, .las nueve doncellas de el
caldero de Annwn, poseedora de poderes de transformación y sanación y
perteneciente al pueblo de las hadas, quien lo enfrenta por lo que
considera, justamente, traición. Ambas lo escoltan, cuando muere, hacia
Avalon, Caer Sidi, el Castillo Espiral, el Otro Mundo, Annwn.
Las
deidades acuáticas fueron muy populares en el mundo celta, ya que
controlan la esencia misma de la vida. El movimiento espontáneo de
manantiales, ríos y lagos mostraban claramente los poderes de las diosas
que vivían en ellos, y la ofrenda de armas y valores era obligada. De
hecho la práctica continúa todavía en los pozos sagrados y la Dama del
Lago es llamada Dama Suerte. Junto con Morgan Le Fey, o Hada Morgana,
cuyo nombre en bretón indica una ninfa acuática, conjuga aspectos de la
misma Diosa. No es extraño entonces que estos dos personajes sean
vilipendiados en los romances escritos sobre la vida de Arturo, adalid
de la cristiandad, y en especial Morgana sea acusada de ser malvada
hechicera, reputación inventada por los monjes Cistercianos que
escribieron las historias del Ciclo Vulgate. Influenciados por el horror
que les pudo causar la antigua Diosa irlandesa La Morrighan, otro
aspecto triple de la divinidad que representa la vida y la muerte, la
sexualidad y el conflicto, una diosa guerrera, pintaron a Morgana tan
negra como pudieron, ya que era que era una blasfemia que alguien sin
ser hombre, o miembro de una orden religiosa, supiera lo que ella sabía.
Avalon..... el reino oculto tras las nieblas del desconocimiento.
Quien
se acerca a esta tierra sin abrirse a las posibilidades de ser, como
diría Rilke, solo ve la Abadía de Glastonbury y escucha sus campanas.
Solo serán monjes las figuras que recorren los senderos y será el tiempo
presente con sus murmullos de guerra y desconcierto. Nunca verá el lago
y mucho menos la barca mágica que podría llevarlo a las orillas de la
isla. El suave sonido de las hadas pasará desapercibido y el círculo de
piedras no reflejará la luz de luna. Al acercarse al Manantial sagrado
verá solo agua, nunca las visiones de Morgana. Y por supuesto nunca
escuchará a la Dama del Lago, la gran Sacerdotisa, conjurar a la Diosa.
Avalon es un mundo que pervive y vibra en una dimensión distinta,
sobrepuesta a la tercera dimensión en que Glastonbury es una sólida
colina. Las nieblas que la cubren solo pueden ser dispersadas por un
corazón tocado por el amor de la Tierra y de la Madre. Por una mente
dispuesta a percibir las múltiples posibilidades del Misterio. Por unos
ojos abiertos por el poder de la imaginación.
Fuente: sabiduria.es